San Francisco de Asís
Paráfrasis del Padrenuestro
¡Santísimo Padre Nuestro:
creador, redentor, consolador y salvador nuestro!

Que estás en los cielos:
en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer,
porque tú, Señor, eres la luz;
inflamándolos para amar, porque tú, Señor, eres el amor;
habitando en ellos y colmándolos para gozar, porque tú, Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.
Santificado sea tu nombre:
clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la altura de la majestad y la hondura de los juicios (Ef 3,18).
Venga a nosotros tu reino:
para que reines tú en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino,
donde se halla la visión manifiesta de ti, el perfecto amor a ti, tu dichosa compañía, la fruición de ti por siempre.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra:
para que te amemos con todo el corazón (cf. Lc 10,27),
pensando siempre en ti;
con toda el alma, deseándote siempre a ti;
con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti,
buscando en todo tu honor;
y con todas nuestras fuerzas,
empleando todas nuestras energías y los sentidos del alma y del cuerpo
en servicio, no de otra cosa, sino del amor a ti;
y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos,
atrayendo a todos, según podamos, a tu amor,
alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros
y compadeciéndolos en los males y no ofendiendo a nadie (cf. 2 Cor 6,3).
El pan nuestro de cada día:
u amado Hijo. nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy:
para que recordemos, comprendamos y veneremos
el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.
Y perdóna nos nuestras deudas:
por tu inefable misericordia, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo
y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen
y de todos tus elegidos.
Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores:
y lo que no perdonamos plenamente,
haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos,
para que por ti amemos de verdad a los enemigos
y en favor de ellos intercedamos devotamente ante ti,
no devolviendo a nadie mal por mal (cf. lTes 5,15),
y para que procuremos ser en ti útiles en todo.
Y no nos dejes caer en tentación:
oculta o manifiesta, imprevista o insistente.
Mas líbranos del mal:
pasado, presente y futuro.

Amen.
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